Kentukis - Samanta Schweblin

Sinopsis
¿Qué sucedería si personas de cualquier lugar del planeta pudieran meterse en la vida de otras? ¿A través de qué dispositivo lo harían? ¿Hasta dónde podría llegar la creatividad humana para sacar provecho de esta situación? Cada uno de los personajes de esta novela encarna el costado más escalofriante de la tecnología.
Ya se registran miles de casos en Vancouver, Hong Kong, Tel Aviv, Barcelona, Oaxaca, y se está propagando rápidamente a todos los rincones del mundo. No son mascotas, ni fantasmas, ni robots. Son ciudadanos reales, y el problema -se dice en las noticias y se comparte en las redes- es que una persona que vive en Berlín no debería poder pasearse libremente por el living de otra que vive en Sídney; ni alguien que vive en Bangkok, desayunar junto a tus hijos en tu departamento de Buenos Aires.

Mis sensaciones

Comencé a leer este libro motivada por el efecto "subterráneo". Todas las mañanas veía su portada en un par de pasajeros y eso siempre es un buen termómetro.
Samanta Schweblin es una autora argentina celebrada en el mundo entero. Sus obras fueron traducidas a más de veinticinco idiomas recibiendo excelentes críticas y premios.
Kentukis no fue la excepción y todas las recomendaciones nos invitan a leerla. Sin embargo, a mi no me conquistó. Tal vez mis expectativas eran muy altas y la sinopsis me desorientó por lo que en la mitad de la lectura, no tenía en mis manos la historia que esperaba.


El discurso

Esta novela no pertenece al género romántico o al suspenso y mucho menos al erótico, aunque su portada tenga un tono sugerente e inquietante. No sabría clasificarla en un género. Diría que el estante del género narrativo le queda bien pero también debo decirles que tiene un tono de ciencia ficción. Más bien ficción tecnológica que ya es algo demasiado instalado en nuestras vidas.
¿Se acuerdan de los Tamagotchi? Las que son muy jóvenes seguro que no, pero deberían guglear. En la década del noventa aparecieron unos aparatitos que parecían llaveros que eran vendidos como "mascotas virtuales". Había que darles de comer y atenderlos o morían. Todo en formato electrónico.
A mi nunca me llamaron la atención así que mucho no sé sobre esa experiencia pero desde que comencé a leer "Kentukis" me acordé de eso.
Es que esta novela de Samanta Schweblin plantea una historia parecida. Los Kentukis son unos peluches robotizados que la gente puede adquirir como mascota. Funcionan con una batería que se carga en una base y vendría a ser una actividad similar a la de un humano yendo a dormir. Los Kentuckis están conectados a una red que los enlaza al ordenador de un ser humano que vivirá todo a través de la mascota. Irá a la casa de quien compre el peluche electrónico y podrá ser testigo de todo lo que éste haga frente a su mascota.

La novela está compuesta por varias historias que tienen como factor común la relación de los Kentukis y sus amos. Es decir, el vínculo entre quienes eligen ser y los que elijen mostrarse.
Cada historia tiene dos personajes protagonistas (o tres en realidad)  y se desarrollan en distintas ciudades del mundo.
Por un lado tenemos a los amos, que compran un Kentuki y a un desconocido que en cualquier lugar del mundo está observando todo lo que el Kentuki ve.
Y como tercer tercer protagonista tenemos la tecnología y conducta virtual. Creo que sobre este punto la autora desprende una mirada crítica e interesante que nos lleva a pensar sobre cómo construimos nuestras relaciones sociales a partir de la tecnología y como ésta afecta los vínculos que tenemos en nuestras vidas.

La propuesta de la autora es original, extraña y cuesta un poco acomodarse para disfrutar el cuento. Por momentos la incomodidad gobernó mi lectura pero el tejido narrativo de la autora me mantuvo atenta al desarrollo de la historia.
Recuerdo que antes de comenzar el libro, leí un tweet donde alguien expresaba que "Kentukis" tenía el mejor final . Con esa idea en la cabeza, terminé el libro sin darme cuenta de que había terminado el libro. De golpe me encontré sin más páginas que leer en el Kindle y tuve que volver hacia atrás para repasar lo que Samanta Schweblin construyó como fin de la historia.
Sí, el final es bueno. Al menos es una mirada interesante y reflexiva sobre que hay detrás de las máquinas y la virtualidad. Pero no me llenó.
Con un discurso poco profundo  desde lo narrativo, con personajes no muy desarrollados y un ritmo bastante monótono, Kentukis me sorprendió por todo lo que no encontré en sus páginas.
No me voló la cabeza y sin dudas no era lo que yo esperaba. Pero extrañamente, no pude dejar de leerlo.

El tema

Lo brillante de esta historia, en mi opinión, es que mediante un abanico de historias y personajes, Schweblin abarca distintos temas que son parte de nuestra cotidianidad. La tecnología cambiando los paradigmas conocidos, los nuevos modos de construir vínculos, el voyerismo y especialmente los peligros de ciertas costumbres que ya tenemos arraigadas.

En resumen,

A veces cuando uno no tiene mucho para decir sobre un libro, simplemente no hay que decir nada. No es una historia agradable que nos invite al disfrute pero es lo suficientemente interesante como para no dejar de leerlo.
Como particularidad, diré que estoy sorprendida por la creatividad de la autora que construyo varias historias, todas diferentes y originales logrando que entre todas se conformara un solo discurso. Talento creativo grato de encontrar y eso de por sí ya es una ganancia.
Pero para ser sincera, Kentukis no es un libro que yo recomendaría. Mucho menos en este espacio, que luego de tantos años, ya más o menos sé lo que a la mayoría de ustedes les gusta leer.
No van a encontrar una historia de amor. No van a conectar con un personaje en particular y no estarán pujando para que el final se incline para un lado o vaya hacia el otro. Sencillamente porque no sabrán qué desear.
Leer Kentukis es como bailar a oscuras sin ninguna canción de fondo que nos marque el compás.



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